PLANETA INVERNADERO. Rafael Navarro de Castro. Alianza Editorial. 2024.
He leído con interés PLANETA INVERNADERO, obra que se presentó en la feria del Libro de Granada-2024.
El autor de esta extensa novela, Rafael Navarro de Castro, es sociólogo y diplomado en Extensión y Desarrollo Rural y ha trabajado en el sector audiovisual. A principios de este siglo se instaló en Monachil, un pueblo ubicado en las faldas de Sierra Nevada (Granada). Aquí practica la agricultura ecológica y desarrolla actividad vinculada al movimiento ecologista. Toda su trayectoria personal le ha dado herramientas para los temas que aborda en sus novelas: la pérdida del medio rural y sus saberes a lo largo de los últimos cien años, el cambio profundo de la tierra y los problemas ambientales derivados de tales transformaciones.
Planeta invernadero es la segunda novela de Rafael Navarro. Si en su primera novela (La tierra desnuda) se relata la paulatina pérdida de la vida en la España rural descrita a través de un campesino ya mayor que se lleva a la tumba toda esa sabiduría milenaria, esta segunda novela se puede considerar una continuidad de aquella: campesinos que salen de sus pueblos y se trasladan a la costa almeriense experimentando un cambio radical en la forma de cultivar (ahora practicando una agricultura intensiva bajo plásticos), un cambio en el paisaje que los rodea y en sus costumbres.
Planeta invernadero transcurre en el poniente almeriense a lo largo del 2019 en un paisaje de agricultura industrial, un territorio rodeado de invernaderos hasta el mar, una estepa natural convertida en un mar de polietilenos. La protagonista es una ingeniera agrónoma especializada en cultivos hidropónicos inmersa en su trabajo. Ella irá cambiado su mirada paulatinamente y tomando conciencia de los males de este tipo de agricultura. Ante sus ojos aparece un contexto con multitud de contradicciones que harán su mella: el uso del agua, el uso de pesticidas, el uso de fertilizantes, el tratamiento de plagas, la contaminación de suelos, el coste ambiental, la superproducción a toda costa, el precio de venta y el que cobran los agricultores, la alimentación y nuestra soberanía alimentaria, el crecimiento sin control de la especulación, las personas sin papeles, la trata de mujeres desposeídas de libertad y decisión, el uso del cuerpo (el cliché y la mirada hacia las mujeres), los jóvenes atrapados en el consumo y sin perspectivas de cambio, la pérdida de valores que nos vinculan con la tierra y la pertenencia, la pérdida de biodiversidad, el cambio climático… La novela está estructurada en cinco partes y presenta una trama muy bien construida. Hay diálogos fluidos. La protagonista va cambiando su perspectiva, su análisis se hace más crítica (con conocimiento de causa) y más ecologista. Esta nueva postura la plasma en una entrevista, motivo por el cual es perseguida y se lincha su imagen en todo el poniente almeriense, llegando a correr peligro su vida. A partir del último capítulo la trama respira de otra forma, hay alivio. Nuestra protagonista termina viviendo en otra comarca, lejos del lugar de su trabajo. Encuentra la coherencia, puede practicar la agricultura ecológica, vive más apegada a la tierra, más feliz.
Pienso que el autor consigue sus propósitos. Nos muestra los problemas ambientales, humanos y culturales que se derivan de la agricultura industrial y de la explotación desaforada de la tierra. Nos muestra un cambio de conciencia y una búsqueda de alternativas. Nos muestra que las cosas se pueden hacer de otra manera, que se puede vivir de otra manera, sin perder nuestros vínculos con la naturaleza.
Esta novela me ha parecido especialmente relevante. El poniente almeriense ha sufrido una de las transformaciones más profundas de los paisajes de mi niñez. Crecí en un pueblo de la baja alpujarra almeriense, a los pies de la sierra de Gádor. Desde sus azoteas se divisaba el mar y parte del Campo de Dalías (que es como se ha denominado siempre al poniente en los mapas). La extensa estepa donde pastaban ganados de cabras ya no existe. Tampoco existen especies asociadas a ella: están muy reducidos los azufaifos y los chumberillos de lobo, las gangas y ortegas, las alondras ricotí y un largo número de especies. La agricultura industrial cambió el panorama, absorbió mano de obra (alguna en condiciones de esclavitud), quitó humedales, asfixió albuferas, construyó parcelas, levantó plásticos hasta la misma orilla del Mediterráneo. Por ello, novelas como esta son necesarias. Una novela que nombra, que apunta alternativas y que nos devuelve una reflexión sobre nuestras propias memorias.
Lola Callejón